lunes, 8 de febrero de 2010

Andrés D.C., mejor ir a Chía.

He sido cliente durante muchos años de Andres Carne de Res, y soy fiel admirador de la creatividad que hay detrás de ese proyecto que nunca desfallece en su objetivo de crear una experiencia más que ir a comer un pedazo de carne. Siempre me he impresionado de su consistencia, de su estandarización y de todo lo que hay alrededor de este lugar que es único. Pero siento que es único en Chía. Siempre diré, que el de Chía será mejor, por su magia, porque ahí empezó su historia, porque uno lo vio crecer poco a poco y porque siempre se come y se pasa bien.
Desde que abrieron Andres D.C. en el centro comercial El Retiro he ido aproximadamente unas 6 veces. Las primeras veces que fui, el jugo o algo del pedido se demoraba 40 minutos en llegar. Se notaba que no había coordinación con las comandas o que las estaciones o bar quedaba en un lado, la comida en otro y los meseros se volvían un ocho. Últimamente eso ha sido corregido, y pues con un restaurante de esa cantidad de puestos la tolerancia de uno permite esos errores en la época de apertura. Pero debo confesar que todas las veces que he ido, siempre falta algo del menú. Una vez, pedí la ensalada de aguacate, típica colombiana, con tomate, cebolla, cilantro, limón y perejil que también tienen en el libro y no había. Esta última vez que fui me hice en la terraza, que a propósito, para un domingo con pereza de coger la autopista norte y aguantarse el trancón, es el mejor lugar para ir a comer bueno. Error número uno, no tienen en cada mesa como en el de Chía, la salsita baby, el chimichurri y el ají casero. Pedí mazorca desgranada que no la he probado, pedimos frijoles, ajiaco y arepas para compartir. El mesero no sabía como venía la mazorca desgranda. Un restaurante no puede poner a atender a un mesero que no se sepa de arriba abajo el menú del restaurante. El mesero a los 10 minutos llega a avisarnos que no hay mazorca ni desgranda ni asada. Eso si es un error garrafal en un restaurante. No tener algo y no avisar antes de que el comensal se antoje, eso lo que más me puede sacar la piedra. Ahí ya la experiencia va en picada después de esa ilusión de un plato ya pedido y que le digan que no hay entonces el que va a pedir no es el que más quiere y además se le demora. Pedimos un hogao para acompañar los fríjoles y se demoró media hora. Se nos enfriaron los frijoles esperando el hogao.
La comida en general estaba buena, aunque yo insisto que la comida colombiana no tiene tanto pierde, pero la presentación impecable, la decoración para haber sido montado en un año excelente y el lugar es monumental. Pero con semejante inversión y semejante brigada de servicio y cocina, y sobre todo los precios, Andres D.C. es un lugar donde no puede pasar que no hayan cosas, que se demore y que uno no salga igual de contento que en el de Chía.

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