jueves, 8 de abril de 2010

Cartagena Parte 1 – Restaurante donjuan

En semana santa tuve la oportunidad de estar en Cartagena descansando y comiendo. Visité varios restaurantes, unos muy buenos otros de moda y otros tradicionales en los que uno va a la fija. En general se siente que la ciudad se esta convirtiendo en un destino de un turismo de alto nivel, lo digo por los precios de los restaurantes, y en especial por los precios de los hoteles; habitaciones en la ciudad vieja entre COP $600,000 y COP$1,200,000 en hoteles de cadena y hoteles Boutique. Cada vez está más renovada la costosa ciudad vieja, por hoteles boutique o casonas muy bien restauradas. Gastronómicamente hablando encontramos desde el puesto de arepas y carimañolas al lado de la plaza Fernández de Madrid, hasta el restaurante del chef con experiencia en Europa.
Para entrar en materia gastronómica voy a ir en el orden cronológico al que fui a los diferentes restaurantes y bares. En esta primera entrega, reseñaré el primer restaurante al que fui. La primera noche se la dediqué a donjuan. Este es un restaurante de 42 puestos que abrió sus puertas hace relativamente poco, aproximadamente unos 10 meses. El chef, Juan Felipe Camacho que según me han contado ha tenido experiencia en las cocinas de San Sebastián en España de donde se regresó a Colombia aproximadamente hace 6 años para trabajar como chef y socio del restaurante 8.18, también en Cartagena. Después trabajó como chef ejecutivo y asesor de desarrollo de producto de Refisal, mientras cocinaba este proyecto, después de haber vendido su parte en 8.18.
En cuanto a la decoración, ambientación y mobiliario, el restaurante gana muchos puntos. El espacio que consiguieron me parece excelente, la decoración muy elegante, sin excesos. El techo alto hace del lugar un sitio fresco, combina muy bien los colores entre el mobiliario y los accesorios, mucho blanco, un piso ajedrezado, tapizados sencillos, lamparones en cestería local, muy originales. La cocina es a la vista a través de un ventanal horizontal, que al principio no tenía persianas y no sé por qué ahora sí.

Para entrar el restaurante uno tiene que timbrar. Anteriormente ya lo había dicho, por más alta cocina que sea un restaurante y por más demanda que tenga, es ofensivo tener que esperar en una puerta mientras algún mesero o host decide abrir la puerta. Si no tiene reserva lo pueden tratar como un perro, y si tiene, un poco mejor. Con reserva nos sentaron en una sala que tiene de espera, en donde esperamos 45 minutos por nuestra mesa que habíamos reservado con anterioridad. Entiendo que en los restaurantes uno no puede echar a la gente, por lo menos en Colombia si es muy ofensivo pasar la cuenta sin que la hayan pedido, pero si deberían tener esto más afinado o advertir a la hora de tomar la reserva por teléfono. Después de un par de tragos, finalmente nos sentaron, éramos 5 personas. Pedimos varias entradas para picar y cada persona un plato fuerte. De entrada me acuerdo del Pulpo en láminas (carpaccio) con cilantro, muy fresco muy bien cortado. Otra entrada que se fue en un bocado, un hojaldre con jamón serrano muy rico, pero escaso. Las muelas de cangrejo, estaban pequeñas, podía ser porque en el mercado a veces no se consiguen grandes, carnudas, es más si no estoy mal eran de jaiba. El risotto excelente, en su punto, cremoso. Las colitas de langosta que me acuerdo su precio era $70,000 y la porción sin mentir no traía más de 120 gramos. Eso si estaban, muy bien preparadas y su salsa deliciosa, pero deja una sensación que se está pagando más de lo que se debe pagar por esa porción.
De la propuesta de menú del restaurante, me gusta es muy concisa, con siete entradas frías y siete calientes, trece platos fuertes y cuatro postres, crea una variedad de proteínas y acompañantes muy buena y aprovecha los productos frescos que se consiguen a orillas del mar.
En general los platos muy bien elaborados, excelentemente presentados. Se nota que hay una muy buena combinación de técnicas y bases tradicionales con nuestra gastronomía. El servicio es el que opacó toda la experiencia, demora en la llegada de los platos. Me pareció que el chef está en la jugada pero un poco pretencioso. Sale uno con un sentimiento que no es un restaurante humilde, en donde sienten que le están haciendo un favor al cliente por dejarlo entrar y servirle como a ellos se les antoje. Cabe aclarar que en Cartagena en general el servicio es malo pero eso no permite evitar la crítica por el pésimo servicio recibido en este restaurante. Ojalá esta reseña les sirva para que empiecen a tratar a sus clientes con más sencillez. Los precios si no creo que los puedan bajar pero por lo menos que la experiencia que se viva justifique el gasto.
Calle del Colegio # 34-60, para ir es recomendable hacer reserva, tels: 6643857 – 6643678, Cartagena Colombia

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